El groove metal, surgido en los albores de los años noventa en los Estados Unidos, nunca alcanzó la popularidad de muchos otros subgéneros del metal. No obstante, en aquella misma década noventera nos regaló algún que otro discazo que todavía resuena en nuestras cabezas. Especialmente por unas cuantas bandas, las elegidas, las que supieron sacarle punta de verdad a aquel sonido psicodélico. Nos referimos, por supuesto, a grupos como el de Pantera, Sepultura, Grip Inc, White Zombie o Machine Head. Sobre estos últimos hablaremos esta vez.
Porque la banda fundada por el bajista Adam Duce y el guitarrista y vocalista Robb Flynn en 1991 lo merece. Fue desde su Oakland natal, donde ambos se conocieron, donde comenzaron a probar con riffs menos vertiginosos, pero más profundos. Fue desde allí donde perfilaron ese subgénero del thrash metal que hoy llamamos groove metal. Y fue desde allí, y aunque con influencia y eco en todo el mundo, desde donde nos regalaron algunas joyas preciosísimas en forma de álbumes. Démonos un pequeño paseo por parte de la discografía de Machine Head.
Machine Head – The More Things Change…
Los chicos de Oakland debutaron con Burn My Eyes en el año 1994. No fue un debut cualquiera. Fue uno de esos debuts que elevan las expectativas hasta lo más alto de la mesosfera. The More Things Change… fue la siguiente criatura en nacer. Y nació marcada por las dificultades de estar a la altura de aquel estreno triunfal. No sabemos si lo consiguió. En realidad, nos hacemos una idea, pero no queremos condicionar la escucha. Lo que está claro es que era un trabajo continuista, en la salsa groove. Lo que vendría después nadaría más por el un metal.
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Machine Head – The Burning Red
Como decíamos, The Burning Red supuso un enorme giro musical para Machine Head. Para empezar, porque el bueno de Logan Mader ya no estaba en la guitarra. Y, segundo, porque comenzaron a aflorar los jugueteos de la banda estadounidense con pequeños matices rap. Habrá quienes lo consideren un punto desastroso en la línea curricular de Machine Head. Y habrá quienes lo consideren una evolución. Lo que está claro es que los cambios, cuando llegan desde el corazón y no desde imposiciones externas, requieren valor. Y eso hay que aplaudirlo.
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Machine Head – The Blackening
Tras aquel Burning Red llegaría Supercharger. Todo cuanto hemos comentado anteriormente cobra aquí todavía más importancia. Con permiso de Catharsis, publicado hace tan solo un año, Supercharger fue la gran decepción para los seguidores de la banda. Through the Ashes of Empires, cuyo nombre ya nos dice mucho, supuso un volver a nacer para Machine Head. Y The Blackening fue la preciosa confirmación. Un ejercicio impecable de groove y thrash metal que te mantiene extasiado desde el primer minuto hasta el último. Uno de nuestros recomendados.
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Machine Head – Unto The Locust
Cuatro años después, y giras de por medio, Machine Head parió otro de sus mejores discos: Unto the Locust. El potencial para la producción de descacharrantes riffs detonadores siempre había estado ahí. Pero aquel divagar por el desierto que tuvieron en mitad de su carrera parecía haberlo echado a perder. Los últimos discos, incluido este séptimo álbum de estudio, confirmaban que no. Con esta maravilla metalera, Robert Flynn y compañía se reencontraban definitivamente con unos adjetivos que por derecho le pertenecen: mágicos, colosos y eternos.
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Machine Head – Bloodstone & Diamonds
Y llegamos al final del camino. Bloodstone & Diamons es el penúltimo álbum de la banda estadounidense. Todo se mantenía aquí en los márgenes adorados por sus seguidores: en ese groove y en ese thrash que tantos buenos discos nos ha regalado durante estas décadas. La odisea un metal quedaba atrás. Y este octavo disco fue la señal de que, cuando los Machine Head comienzan a componer lo que saben, no hay nadie que pueda pararlos. Cosas muy diferentes son los experimentos. ¿Pero quién puede juzgar a un artista por querer explorar nuevos mundos?