En la música, el tema de las paternidades es embarrado. No hay tests de paternidad fiables que nos den derecho a decir que uno u otro músico inventaron un género. Más bien, estos nacen como resultado de muchos procesos simultáneos que tienen lugar tanto dentro del panorama musical como fuera de él. En cierto sentido, los géneros los creamos todos. Pero sí, algunos más que otros. Y si hay alguien a quien el power metal puede llamar papá sin temor a equivocarse, ese es el pionero, visionario y virtuoso vocalista y guitarrista alemán Kai Hansen.
No en vano, este anómalo cantante de voz áspera ha fundado, a lo largo de las décadas, tres de las agrupaciones más importantes de la historia del género: la legendaria Helloween en 1978, la más reciente Iron Savior en 1996 y, entre medias, Gamma Ray, la banda alrededor de la cual estamos hoy reunidos. En ella, Kai Hansen funciona como vocalista y guitarra principal. Acompañado de músicos como Henjo Richter, Dirk Schlächter, Uli Kusch y muchos otros más (algunos en activo, otros ex miembros ya), Hansen ha hecho historia con Gamma Ray.
Hoy podemos decir que la banda de Hamburgo es una de las bandas alemanas en activo más consagradas que existen. Una, además, con una enorme legión de seguidores tras de ella. Quienes los hayan escuchado alguna vez sabrán por qué. Y, quienes no, tienen una buena oportunidad aquí y ahora. Porque vamos a coger algunas de sus canciones más populares para darnos un garbeo por la discografía de Gamma Ray. Si te pica la curiosidad, pásate por nuestra tienda. Tenemos una buena selección de sus mejores trabajos hasta el momento.
Gamma Ray – Heaven Can Wait
Kai Hansen levantó Gamma Ray en 1989, justo después de abandonar Helloween. Tan solo un año después, con las ganas habituales del músico alemán impulsando todo el proyecto, la banda entraba decidida a los estudios y nos regalaba un álbum debut bastante reseñable. Y lo es, porque, a fin de cuentas, Hansen ya era perro viejo. Ni la guitarra ni el micrófono ni los pentagramas le asustaban lo más mínimo. La prueba más palpable es Heaven Can Wait, un verdadero regalo para los oídos repleto de motivación y buenas sensaciones.
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Gamma Ray – Rebellion in Dreamland
Nos montamos en nuestro particular Delorean mental para empotrarnos en 1995. Atrás dejamos dos discos que no pasaran a la historia como las mejores obras de Gamma Ray: Sigh No More y Insanity and Genius. Aunque muy recomendables, bajo nuestro punto de vista no están a la altura del maravilloso Land of the Free publicado aquel mismo año. En él hallamos Rebellion in Dreamland, una canción de ocho minutos impecable y donde los niveles de lo épico explotarán tus oídos inocentes. Lo tiene todo: riffs alocados, melodías preciosas y coros increíbles.
Gamma Ray – Man On A Mision
Aunque, para nosotros, ningún otro tema del cuarto aquel álbum es tan completo como Rebellion in Dreamland, contiene muchísimos otros de altísimo nivel. Sin ir más lejos, el segundo track: Man On A Mision. Una canción que nos retrotrae muchísimos a los sonidos más característicos de Helloween. Hansen había pasado seis profundos años en aquella otra banda y no sería precisamente rupturista en su nueva etapa. Para gustos, como siempre decimos, colores, pero este álbum está en nuestro particular top 3 de Gamma Ray.
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Gamma Ray – Send Me a Sign
Tras aquel discazo vendría otro que, bajo nuestra perspectiva, rivaliza con Land of the Free por el título de mejor álbum de Gamma Ray: Somewhere Out in Space. Sin embargo, vamos a saltárnoslo para acudir a una canción en concreto localizada en el siguiente disco, Power Plant, de 1999. Hablamos de Send Me a Sign. La seleccionamos porque, a pesar de contener la potencia metalera que caracteriza a Gamma Ray, cuenta con una suavidad y una sencillez bastante difíciles de encontrar en la banda alemana. Solo por eso ser tan especial ya merece una escucha.