Arch Enemy es una de esas bandas atípicas que no evolucionaron a la manera darwiniana. Cuando fue fundada por el guitarrista londinense de origen sueco Michael Amott, junto a su hermano y también guitarra Christopher Amott, su sonido andaba más por las purezas del death metal más pesado. Sin embargo, de la noche a la mañana la banda sueca apareció vestida con ropajes mucho más melódicos. Y, desde entonces, fue labrándose poquito a poquito un lugar privilegiado en el death metal melódico nacional e internacional. El destino parecía escrito.
Por el camino hubo muchos cambios. Christopher Amott abandonó el proyecto. El famoso Sharlee D’Angelo puso nombre a la batería de la banda. Y, por encima de todo, entraría en la escena archenemiense la vocalista Angela Nathalie Gossow, una de las escasas mujeres del panorama metalero mundial que lanza guturales como truenos. Del mismo modo, la cantante alemana soltaría los micrófonos de la banda e 2014. Muchos, muchos cambios. Una ida y venida que ha ido dando forma a la interesantísima discografía de Arch Enemy. Veámosla a fondo.
Arch Enemy – Black Earth
Black Earth supuso el debut comercial de la banda sueca. Publicado en 1996, el álbum tuvo una acogida mucho mejor de lo esperada por los propios miembros de la banda, que veían en Arch Enemy una especie de proyecto paralelo lúdico y hedonista. Como decíamos al principio, el sonido de la banda escandinava era aquí mucho, pero mucho más crudo, con unas guitarras poseídas y unas melodías increíbles. Melodías que, ya lo apuntábamos, se convertirían en un ingrediente mucho más importante en los discos posteriores de la banda. Ingrediente clave.
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Arch Enemy – Stigmata
Tras un debut bastante prometedor, Arch Enemy se encontraban en el clásico momento de la verdad del segundo trabajo. ¿Seguir la misma línea? ¿Ir explorando nuevos territorios? Sin duda, la melodía comenzaba a tomar una posición primordial en las composiciones de los chicos de Halmstad. Eso sí, sin renunciar ni un ápice a la potencia bestial característica de su sonido. En Stigmata, estos suecos amantes del melodic death metal se entregan de cabo a rabo a la contundencia, a los solos enfermizos y a la elucubración melódica más maravillosa.
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Arch Enemy – Burning Bridges
Un añito después, en 1999, Michael Amott y compañía volverían a encerrarse en los estudios de grabación para cocinar su tercer álbum: Burning Bridges. Para muchos, y con diferencia, el trabajo más refinado, espectacular y completo de la banda sueca. No somos nadie para contradecirlo. Es más, ni queremos. Porque en este disco se dan cita todos los elementos característicos de Arch Enemy elevados a su máxima potencia. Es un álbum de una garra y un salvajismo impresionante. ¿Un resumen? Te dispara el ritmo cardíaco mientras te acaricia el corazón.
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Arch Enemy – Wages of Sin
Wages of Sin vería la luz en el año 2001. Fue el primer disco de Arch Enemy con Ángela Gossow en los micros como sustituta de Johan Liiva. Podrían pensar muchos en aquel momento que la diferencia de género, y por tanto de características vocales, alterarían el sonido del grupo. Pero pronto se encargó la cantante alemana de mostrar que tenía un registro tan oscuro y terrorífico como cualquier otro vocalista de metal extremo. Al margen de eso, mucho rasgo Arch Enemy típico, como las melodías a dobles guitarras, las baterías atronadoras y demás.
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Arch Enemy – Rise of the Tyrant
Luego llegarían al mercado Anthems of Rebellion, en 2003, y Doomsday Machine, en 2005. Este último un ejercicio todavía más melódico que de costumbre. Con esas hechuras se plantaron en 2007, donde publicaron su séptimo álbum de estudio: Rise of The Tyrant. Según el propio Michael Amott, el mejor disco de la carrera de Arch Enemy en su totalidad. Seguro que muchos seguidores no están del todo de acuerdos. Pero, desde luego, en este álbum encontramos un sonido más genuino, más fructificado, más personal. Y eso siempre merece celebración.